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En todos los deportes, los ganadores establecen estándares. Crean formas de entender y de practicar la disciplina que todos los demás intentar imitar y en algunos raros casos, innovar.
Obviamente el intento de emulación está mucho más difundido por razones fácilmente comprensibles.
Sobre todo, no hay duda de que la genialidad es un don de pocos, por lo que crear un estándar de alto nivel es privilegio de unos pocos elegidos y los demás solo pueden imitarlo.
La emulación también reduce en gran medida los riesgos de fracaso que puede implicar una innovación o una distorsión del “modelo”.
Luego, existe una tercera vía, la de la inspiración que proporciona el modelo ganador, de la que nace un análisis cuidadoso de la propia realidad y la elección de aplicar solo algunos principios del modelo, aquellos de mayor funcionalidad.
Actualmente, cuando se habla de la NBA y de la filosofía de juego que la caracteriza, parece evidente que el modelo San Antonio sea el más imitado. Un estilo de juego compuesto de pases y movimientos sin balón que, por ejemplo, influyó tanto en el sistema ofensivo de los multicampeones de los Warriors como en el de los sorpresivos Philadelphia 76ers.
Permítanme ser claro, el valor y el talento de los jugadores del Golden State no se cuestionan en lo más mínimo y es lo que sin duda permitió a este equipo ganar tres títulos en los últimos cuatro años, pero el sistema ofensivo tiene claros matices negro-plata.
El objetivo de éstas páginas es precisamente inspirar a todo aquel que ame el baloncesto, sea cual sea su papel en este mundo. Particularmente, se intenta encontrar una línea guía que ayude a constituir un sistema propio, teniendo como referencia el PROGRAMA por excelencia.